Ocho nuevas estructuras lujosas dan la bienvenida a los visitantes de la isla de Gran Roque. Las llamativas construcciones son proyectos privados en desarrollo. La controversia las ha marcado por la violación evidente de la normativa ambiental que protege al parque nacional, el único marino del país.
Jorge Alejandro Medina Murillo, presidente del Instituto Nacional de Parques (Imparques), pasó por alto, para conceder los permisos, una decena de regulaciones ambientales. También todas las restricciones para el uso de áreas próximas a aeródromos establecidas en las leyes de aeronáutica civil.
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“Construir a orilla del mar, talar y rellenar manglares es un ilícito ambiental”, detalla José Ramón Delgado, oceanógrafo y director de la Fundación Caribe Sur. Las obras, ya adelantadas, destruyeron los manglares en el área para construir los puertos privados.
Materiales arrojados al mar de la isla de Gran Roque
Para vencer las barreras naturales se construyeron espigones o malecones con rellenos de materiales sólidos arrojados al mar de la isla de Gran Roque. Lo hicieron tras cortar y destruir los manglares, hacer movimientos de arena y relleno de lagunas.
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